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lunes, 18 de julio de 2011

LA SANGRE DE LOS TIRANOS (II)

                Todos los caminos que salían de París estaban llenos de gente, bloqueados en muchos casos. Algunos querían salir de la ciudad, otros entrar, buscarse una nueva vida en la nueva sociedad que se estaba forjando. Todo era caos. Mientras dejaban París, Raquel, Mihail, Pier Francesco y Luna escucharon que los reyes habían impuesto de nuevo el orden y que Robespierre había sido ajusticiado. Actos seguido, escucharon todo lo contrario. Las dos noticias resultaron ser falsas.
            Y en Le Mans, descubrieron que las cosas podían ser aún más complicadas. Un amanecer, fueron atacados, con el sol ya en el cielo, por un grupo de gente que parecía completamente preparada para enfrentarse a Vampiros, armados con antorchas y agua bendita y dirigidos por un niño que parecía irradiar Fe Verdadera. Aunque hicieron todo lo posible para mantenerse a salvo, y Raquel incluso consiguió herir al niño que dirigía el ataque, la Tremere finalmente fue arrastrada al exterior del carro, cubierta con lonas embreadas, y llevada por aquellos secuestradores, que dejaron en paz al resto de los Cainitas, que no tuvieron más opción que sumergirse en el Sopor con el sol en el cielo.
            Cuando despertaron, se dirigieron a Le Mans, donde se alimentaron y buscaron pistas sobre aquellos que les habían atacado. Allí descubrieron que había un cercano chateau donde un grupo de hombres de ciencia se habían reunido alrededor de un joven señor llamado Armand. Dejando a Luna en Le Mans recuperándose de sus heridas, Mihail y Pier Francesco se dirigieron al chateau, descubriendo un lugar bastante descuidado. Mientras Mihail se infiltraba utilizando Vicisitud, Pier Francesco dominaba al guardia principal, enviándole a matar a al niño que dirigía aquel grupo. Mihail descubrió los archivos de aquella organización, Le Feu de la Verité, el Fuego de la Verdad, que hablaban de numerosos rumores sobre vampiros y su ubicación en diferentes lugares de París. Mientras el guardia acababa con la vida de un herido Armand sembrando el caos, Mihail llegaba ante Raquel, viviseccionada sobre una mesa de experimentos, y acababa con el sufrimiento de la Tremere, diablerizándola.
            Mihail, Luna y Pier Francesco llegaron finalmente a Toulouse, donde se presentaron ante el Príncipe Eon de L´Etoile, haciéndose pasar por miembros de la Camarilla que huían de París. El Príncipe Eon los recibía en compañía de una de sus invitadas, la Toreador Madame Guil. Eon les dio permiso de residencia y caza en su ciudad, pero cuando llegaron al lugar que se les había asignado como vivienda, encontraron una nota de Madame Guil, pidiéndoles que se reunieran con ella en las ruinas de un viejo castrum en las afueras de la ciudad.

                A la noche siguiente, Mihail, Pier Francesco y Luna se reunieron con Madame Guil en las ruinas de un viejo castrum en las estribaciones de los Pirineos, y allí la Toreador les explicó que aquel lugar había sido un dominio mucho tiempo atrás de la Herejía Cainita y de los cátaros a los que habían subvertido. Además les dijo que su uso del Auspex le había revelado que los personajes no eran lo que afirmaban ser. Extrañados por la sinceridad y el valor de la Toreador al reunirse con ellos, los personajes revelaron la verdad a Madame Guil, que se mostró de lo más interesada en el Sabbat y su filosofía. Una vez sus dudas estuvieron satisfechas, Guil les anunció que al día siguiente abandonaría Toulouse en dirección a París. Eon no tardaría en recibir la noticia de la muerte de François Villon, Príncipe de París, y la caída de la ciudad en manos del ahora Arzobispo Gerard de Châtelle. Guil afirmaba que aquel era el momento de los valientes, ¿Cuánto tiempo tardaría la Camarilla en volcarse entera sobre París? Fundadores, Justicar, Arcontes… Guil dejó a los personajes en el castrum mientras volvía a la ciudad, y un mosaico de las ruinosas paredes les llamó la atención: era una imagen especialmente sangrienta de la decapitación de San Juan Bautista, pero bajo ella, asomaba lo que parecía ser una figura más antigua. Eliminaron el mosaico, revelando la pintura que había bajo ella, y se encontraron con la misma imagen que había en la Corte de los Milagros, la silueta de la mujer egipcia con un sol negro por cabeza, y bajo ella, una leyenda en griego, “La Diosa de los Mil Rostros”.
            Los personajes regresaron a Toulouse, donde el Príncipe Eon daba una fiesta, y allí pudieron desarrollar sus habilidades sociales por un rato, al tiempo que averiguaban que el castrum había pertenecido a una rama de la Herejía conocida como “Los Hijos de la Magdalena”, dominada por los Setitas, aunque Eon de L´Etoile hablaba de que los Hijos eran Herejes dentro de la Herejía, y adoraban a una diosa anterior, a la que habían tratado de sincretizar con la Magdalena. A la noche siguiente, llegaron las noticias de París, traídas por un ghoul de Joachim von Neumann, uno de los consejeros de Villon. El Príncipe había muerto, pero no era lo peor: los Revolucionarios habían asaltado las Tullerías y habían aprisionado a Luis XVI y María Antonieta, que fueron ejecutados en el infame invento conocido como Guillotina. El resto de las naciones europeas se preparaban para la guerra con Francia. Tras dejar descansar al ghoul, los personajes se reunieron con él, y aunque desconocía la existencia de Georg von Neumann, sí que les pudo indicar que las tierras natales de Joachim von Neumann estaban en los Alpes Austriacos. Hacía allí decidieron dirigirse los personajes, sorprendidos por el hecho de que al parecer, Mnemach los había engañado. Además, a ellos se unió un Nosferatu portugués, Paolo Oliveira, Templario enviado por el Cardenal Rustovitch para apoyarles.
            Paolo consiguió guiarles sin demasiados contratiempos hasta los Alpes Austriacos, donde finalmente encontraron una vieja cabaña en la que Georg von Neumann se había refugiado. Allí estaba la tablilla que había robado a Zelios y que hablaba de la Gehena; así como un montón de cenizas que resultaron ser los restos del Arquitecto. Georg, aturdido, quemaba cartas ante una chimenea, pero no se resistió cuando los personajes se las arrebataron para revisarlas. En ellas, una mujer, Nefer-Ankh-Eset, Hija de la Sombra, reclamaba a Zelios el pago por lo que había aprendido de los Seguidores de Set sobre geomancia. Al parecer, Zelios se había negado, afirmando que lo que Nefer-Ankh-Eset reclamaba eran actos contra natura. Georg había acabado con la vida del Arquitecto, dominado por Nefer-Ankh-Eset, Primogénita de la Diosa de los Mil Rostros (llevaba un tatuaje con el sol negro en la espalda), y les indicó que, antes de ser encerrado en la Bastilla en París, había entregado a Nefer-Ankh-Eset los documentos que había reclamado a Zelios, rituales que le permitirían a la Hija de la Sombra hundir París.

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