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martes, 30 de octubre de 2012

NEIL GAIMAN: LEYENDAS DEL ABISMO (I)


                ¿Un autor favorito?
                Supongo que es una pregunta que a todos nos han hecho en algún salón del cómic, en algún foro o grupo de debate. Y si no, ya nos encargamos nosotros en cuanto podemos de dejar claras y patentes nuestras filias y fobias respecto al trabajo de unos y otros. Si yo he de responder a esa pregunta, sin duda, diría Neil Gaiman. Y es que aunque el inglés parece que aún vive creativamente de los recuerdos de The Sandman, probablemente esta obra (que es una puñetera obra maestra) le convierte ya en una referencia no ya del cómic si no de la literatura universal.



                Por eso me hizo una gran ilusión ver que volvía al cómic cuando vi en el catálogo de ECC “Neil Gaiman. Leyendas del Abismo”. Claro, lo que tiene es que cuando veo según que cosas, me llama la atención lo que me imagino que no voy más allá… Así que sorpresa al descubrir que no se trata de material nuevo, sino de una reedición de antiguos trabajos del autor. Sinceramente, aunque estoy deseando que Gaiman nos traiga algo nuevo… Ningún trabajo suyo es desdeñable, y menos cuando viene en una edición de lujo y tan cuidada como la que ha realizado ECC. Y es que estéticamente, el libro es una joya. Portadas simulando cuero negro, punto de lectura, papel de buena calidad... Un libro que parece llamado a durar años inalterado, sin que se le caigan las páginas o se les suelten las costuras…
                En este primer tomo de Leyendas del Abismo, ECC ha decidido traernos dos de las más representativas obras de Gaiman (si dejamos Sandman aparte), además de algunas páginas menos relevantes en su contenido, pertenecientes a House of Mistery, que tienen el punto a favor de estar dibujadas por Sergio Aragonés, pero que más allá de ahí, no tienen mayor importancia, ya que sirvieron solo de nexo para un recopilatorio de antiguos números de la clásica colección de terror.
                En este primer post sobre Leyendas del Abismo, hablaremos de la obra que ocupa buena parte de este tomo, los tres números que en su día compusieron la sinfonía visual que se conocería como Orquídea Negra, con guiones de Gaiman y lápices del magistral Dave McKean. Con Orquídea Negra, podríamos decir que Neil Gaiman realizó un trabajo paralelo al que estaba haciendo ya en Sandman: la actualización de un héroe antiguo, prácticamente olvidado. Si en Sandman se trataba del viejo Wesley Dodds, miembro de la JSA; en Orquídea Negra Gaiman decidió renovar por completo la historia de Susan Linden-Thorne, una heroína prácticamente olvidada que Sheldon Meyer y Tony DeZuñiga habían creado en 1973 para Adventure Comics. Susan era uno más de esos personajes secundarios que han pululado por DC, con unos poderes nada llamativos y cuyas últimas apariciones como tal estuvieron ligadas al Escuadrón Suicida. En Sandman, Gaiman decidió crear un personaje completamente nuevo, del que el Wesley Dodds había sido solo una especie de “sustituto” (de una forma muy retorcida). En Orquídea Negra, Gaiman opta por otro camino, y es que en las primeras páginas del cómic, nos encontramo con la muerte de Susan Linden-Thorne. Ni más ni menos que la que se suponía que iba a ser la protagonista de la serie, muere, de forma bastante violenta además. Algo que afecta al personaje, y algo que afecta, sobe todo, al lector, ya que de pronto nos damos cuenta de que Gaiman no va a dejar títere con cabeza ya desde el principio. Con la muerte de la antigua (y aún enigmática) Orquídea Negra, comienza la verdadera historia que Gaiman quiere contarnos.
                Y es que el escritor inglés utiliza a Orquídea Negra para narrarnos una hermosa fábula sobre la vida y el mundo vegetal, y convierte la Susan en la primera de “un experimento”, un grupo de mujeres flor, desarrolladas para dar vida al planeta por un inspirado científico, Philip Sylvan. Durante la saga, mientras las nuevas Orquídeas Negras tratan de escapar de Lex Luthor y del antiguo esposo y asesino de la primera Orquídea, Carl Thorne; Orquídea (y una versión suya más joven, llamada Suzy), se mezclan en una trama que implica, además de a LexCorp, a una antigua “cábala” de científicos especialistas en el mundo vegetal: además del propio Sylvan, Orquídea investigará a personajes como Alec Holland (la Cosa del Pantano), Pamela Isley (Hiedra Venenosa) o Jason Woodrow (el Hombre Fluorónico). Y por supuesto, se encontrará con otros personajes, del calibre de Batman.
                Si la narración de esta fábula es magistral, no menos impresionante es la forma que tiene Dave McKean que trasladar al papel las geniales ideas de Gaiman. Y es que McKean es un auténtico genio de la ilustración, y hace de sus páginas auténticas obras de arte, con una composición que va más allá de lo espectacular para caer cerca de lo simplemente deslumbrante. Llamas que se disuelven en champán, jaulas que se convierten en bosques de bambú, viñetas que llevan magia y más magia  y que rebosan buen gusto, saber hacer… y magia. Mucha magia.
                Una obra inmensa. En todos los sentidos.

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