No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

lunes, 10 de junio de 2013

EL BOSQUE

Y no, no voy a hablar de la película de Nightshyamalan, sino del lugar donde hemos estado este fin de semana. Hoy en día, con el tecnolenguaje que empleamos incluso para hablar de nosotros mismos, hablamos mucho de nuestra necesidad de "desconectar", como si estuviéramos vinculados por wi-fi a nuestros puestos de trabajo y demás presiones diarias. Y es que realmente como vivimos sin vivir en nosotros, que diría Santa Teresa, parece que efectivamente cada día se nos va comiendo poco a poco, y hace falta alejarse de eso. Y por lo general, cometemos el error de pensar que para alejarnos de todos estos lazos que nos atan y nos van drenando la energía como vampiros, tenemos que irnos muy lejos y mucho tiempo.



No voy a discutir con nadie que un viaje de dos meses a Hawaii nos haría desconectar a todos, pero mientras va llegando el Euromillón que el destino nos debe, hay que ir viendo sitios más cercanos. Y un sitio perfecto para buscar esta desconexión de la que hablábamos antes está aquí en Madrid, a 77 kilómetros de Alcalá (que como es mi centro de referencia es lo que me sé). En la pequeña población de Mataelpino, se encuentra este lugar, mezcla de hotel y centro de terapias naturales que lleva el apropiado nombre de "El Bosque". Y es que cuando cruzas las puertas de la finca, parece que entras en otro mundo, bajo una perspectiva privilegiada de las montañas de la sierra madrileña en un entorno en el que la música de Twin Peaks no hubiera estado fuera de lugar, está el que creo que es el sitio más tranquilo en el que he estado en Madrid, un lugar perfecto en el que pasar un fin de semana de descanso y "desconexión". Vamos, de los de llegar, apagar el móvil y ponerte a escuchar el canto de los pájaros.



Marco y yo fuimos al Bosque gracias a un regalo que a Marco le hicieron para su cumpleaños, y que incluía un tratamiento spa y una cena en el recinto del Bosque. Y es que como he dicho antes, este lugar es más que un hotel. El Bosque dispone de un pequeño circuito hidrotermal, no demasiado amplio pero bien atendido, y con las actividades típicas de este tipo de centro (baño turco, sauna de calor seco, piscina de hidromasaje, jacuzzi, duchas de diversos tipos, pediluvio, sala de relax...), en el que pasamos un rato agradable, y bueno, puesto que por un error de entendimiento pensábamos que teníamos incluida también una noche, al final gracias a Marco, decidimos quedarnos por allí. Nos dieron una suite, pequeñita pero muy bien hecha, y es que El Bosque dispone de un serie de "cabañitas" unas de madera y otras de piedra (como la nuestra, de techo de madera abuhardillado" que se alejan del estereotipo de habitación de hotel y que te permiten acrecentar esa sensación de distancia y desconexión. Además de spa y muchos otros tratamientos de relajación, El Bosque dispone también de restaurante propio, donde teníamos cena preparada, a elegir entre tres primeros, tres segundos y tres postres. Un menú con posibilidad vegetariana, y en el que curiosamente decidimos pedir lo mismo en todos los platos. Ensalada de cítricos con vinagreta de piñones, chuleta de ternera con patatas asadas (si llegamos a pedir chuletón, nos tenemos que ir a comer a otro salón, que tamaño), y croquetiere de chocolate, que viene siendo una sopa de chocolate templado con almendras riquísimo. El restaurante de El Bosque (aunque por carta puede resultar carillo), es una gran baza, cuidado, cómodo y con unas grandes vistas. Y qué rico estaba el pan.



Bueno, poco más que decir, simplemente que, si bien no es un sitio donde cualquiera con una economía normal pueda ir con frecuencia, sí que está lo suficientemente cerca y es lo suficientemente asequible como para alguna escapada eventual. Y en ese caso, para desconectar de verdad, El Bosque es el sitio perfecto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena elección.
Abrazos,

Davor