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domingo, 26 de marzo de 2017

CALAVERAS Y GRILLETES: SAQUEADORES DEL MAR FEBRIL (VIII)

Después de acabar con el demonio que custodiaba la torre de vigilancia en la costa de la isla, los aventureros decidieron pasar el resto de la noche en la torre, haciendo guardias. Al día siguiente tomaron el camino del norte, llegando a una encrucijada entre las montañas. A su izquierda estaba la carretera que conducía al puente y a la derecha, un nuevo sendero que se hundía en la selva. Hacia el norte estaban las ruinas de la ciudad y hasta allí se dirigieron. Llegaron hacia el anochecer, y vieron que era una antigua construcción ciclópea, que en su mayoría, según advirtió Vanderlay, había sido destruida por un poderoso terremoto en tiempos antiguos. Algunas construcciones mezclaban piezas de basalto con la mayoría de caliza, y en el centro de la ciudad de alzaba un zigurat negro, con un templo sobre sus escaleras. Echidna encontró una vieja construcción en las afueras en la que se refugiaron de la tormenta que se cernía sobre ellos. Serían Echidna y Vanderlay quienes, durante la primera guardia, se encontraron una extraña sorpresa: iluminado su perfil por un relámpago, pudieron ver en la puerta la silueta del fallecido Balon. Echidna y Vanderlay comprobaron que Balon parecía querer que le siguieran, y mientras Vanderlay despertaba a sus compañeros, Echidna corrió tras él, adentrándose en la ciudad. Para cuando el bardo salió con el resto, no había rastro de su compañera, hasta que Pickles la vio dirigirse hacia unas cuevas situadas en la ladera izquierda del valle. Hacia allí se dirigieron, mientras el auténtico Echidna ascendía hasta el zigurat, donde encontró un arcaico templo, cuyas columnas estaban decoradas con imágenes de plata de un estilizado árbol. Mientras sus compañeros descubrían unas cuevas llenas de pinturas murales, donde guiados por Vanderlay, pudieron leer la historia del Árbol del Dolor, cómo los habitantes de la ciudad habían custodiado dicho árbol hasta que un extranjero, un marinero, lo había robado, liberándolo al mundo, hasta que había sido derrotado por algún tipo de diosa, que había lanzado una poderosa maldición contra el marinero... maldición que de alguna forma se había extendido a sus hijos. Varios de los compañeros pensaron que aquella debía ser la historia de la familia Amiano, pero al no encontrar rastros de Echidna, volvieron hacia la casa donde se habían refugiado y que ahora se había derrumbado bajo la lluvia. Echidna se reencontró con ellos allí, había huído del templo aterrado después de ver a su padre indicándole que no debía haber ido a la isla. Trató de convencer a sus compañeros de que debían irse de allí, pero finalmente, pasaron la noche en las cuevas, saliendo al día siguiente para explorar el zigurat y el centro de la ciudad. No encontraron nada, pero durante aquella noche, Sarah y Shen pudieron ver como un rayo parecía quedar atrapado en algún punto de la otra isla y hacía temblar la propia noche. Al día siguiente, partieron hacia el puente.

Era este una construcción gigantesca, y mientras lo cruzaban, fueron víctimas de varias trampas, que no fueron capaces de evitar, y tuvieron que enfrentarse a un golem de madera, antes de adentrarse en un estrecho desfiladero en el que tuvieron que evitar aludes y corrientes, hasta encontrarse de frente con la imagen del Árbol del Dolor, un gigantesco árbol de metal cuyas ramas parecían acariciar las cimas de las propias montañas, y en las que aparecían empaladas siluetas que gritaban. Del tronco del árbol brotó una especie de ent metálico, en cuyo pecho apareció el rostro del padre de Echidna, pidiéndoles que se marcharan. Aunque Echidna les instó a hacerlo, sus compañeros decidieron plantar cara al avatar del Árbol del Dolor. Mientras Vanderlay y Evania apoyaban desde la invisibilidad a sus compañeros, y Echidna se mantenía alejada del Ent y curaba a Vanderlay y Shen de las heridas recibidas, el Capitán, Pickles y Sarah, con la ayuda de Trufa, se enfrentaron al avatar, recibiendo daños importantes tanto el chimpancé como el hechicero (por cuya vida Vanderlay temió profundamente). Finalmente, y sin poder evitar que el avatar hiriera a Echidna, la magia de Pickles consiguió hacer caer al avatar, que se deshizo como el mercurio, liberando la parte del padre de Echidna que tenía en su interior. El oráculo corrió junto a su padre, y pudo escuchar sus últimas palabras, un suspiro en el que decía "Es sólo una puerta", antes de morir. El Árbol se iluminó, atrapando los relámpagos de la tormenta, y mientras Evania, Trufa y Vanderlay volvían al desfiladero, el resto fueron testigos de como el Árbol desaparecía en un arco voltaico que recorrió todo el valle, llevándose con él la tormenta que cubría la isla. Comenzaron a retumbar tambores en la jungla, y tras un breve debate decidieron volver al Maldición de Besmara, dando por finalizada su estancia en la isla. Recorrieron la isla de noche, alejándose de la jungla, y finalmente consiguieron alcanzar el barco, dándole al padre de Echidna un funeral marinero, para luego dirigirse hacia Oyo, en las Islas Tiburón, donde descansaron, contaron las historias de sus hazañas y reclutaron nuevos marineros para su barco y para poblar su fortaleza de la Roca de las Mareas. 

Noticias de última hora...

Hacia allí se dirigieron finalmente, dedicando un par de semanas al camino, para encontrarse con una desagradable sorpresa. Los cadáveres de los hombres que habían dejado en la Roca de las Mareas les esperaban, ahorcados en los muros de la torre. Tras alzar sus cuerpos, descubrieron que habían sido torturados, y encontraron una pintada con sangre en la habitación principal en la que se leía "No estábais. Volveremos". Mientras se preparaban para un posible asalto, Echidna realizó un descubrimiento desagradable: la marca del Árbol del Dolor había comenzado a aparecer en su espalda... 


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